Adiós, Harry Dresden

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Empecé a leer la serie de libros sobre Harry Dresden en 2019. Me lo recomendó un compañero del curso de Literatura Fantástica que hacía por aquella época porque yo quería escribir un libro de fantasía urbana (novela en la que, por cierto, estoy trabajando este verano 😊).

En aquella época Harry Dresden me pareció el típico detective de novela negra: rudo, del montón aunque con un cierto atractivo para las damas, muy bueno en lo suyo aunque suele salir mal parado, y salido, muy salido.

El mundo en el que transcurren las aventuras de Dresden es un mundo como el nuestro pero en el que existe la magia. A lo largo de la saga se van presentando varios tipos o razas de seres sobrenaturales: magos, demonios, hombres lobo, vampiros, hadas (o fae), etc. Y ocurre una cosa muy curiosa: en este mundo no hay mujeres (sean de la raza o especie que sean) feas. Como poco son guapas y a nuestro amigo Dresden le hacen tilín. Pero suele haber siempre al menos una tía buenísima por libro.

Los dos primeros libros los leí en español, pero la traducción del segundo me resultó tan mala que a partir del tercero los empecé a leer en el inglés original. (Recuerdo una traducción de «coat» por «gabardina» que en otro contexto hubiera sido lo suyo, pero hablaba de un lobo. Así que en lugar de decir «el pelaje del lobo era de color marrón» decía «la gabardina del lobo era de color marrón». 🤦‍♂️)

En todos los libros hay machiruladas, cosa que en unos libros que empezaron a publicarse hace 22 años (en abril del 2000) puede ser admisible. El problema es que, al menos en los libros quinto y sexto, Butcher le da a su protagonista argumentos para justificar esas machiruladas. Es decir, el tío es consciente de lo que está haciendo y, en lugar de no hacerlo, decide justificarlo. Desde el primer libro vemos que él siempre quiere proteger a las mujeres, aunque no les haga falta. Y desde el quinto (al menos, que yo recuerde) lo justifica con frases como «Llámame Neanderthal si quieres, pero siempre he sentido que debía proteger a las mujeres, no puedo evitarlo.».

En el quinto libro buscó una burda justificación para que Harry se follara (en una escena que podría haber estado en un libro de erótica) a su novia-pero-ya-no. Esa escena, gratuita a mi parecer porque si la sacas del libro no pasa nada, me hizo pensar que Butcher tenía ganas de escribir erótica o, al menos, libros con mayor contenido erótico. Al final fue solo esa escena y el libro fue entretenido, así que lo terminé.

Pero en el sexto libro ya no he podido más. En esta ocasión se busca una excusa para que Dresden termine en el rodaje de una película porno. Y las descripciones de las actrices principales de la película ya fueron algo que no pude dejar pasar. No había absolutamente ninguna razón para que el cliente de Dresden en este libro no fuera director de teatro o de cine «normal». Butcher se busca una excusa para investigar el mundillo del porno y dar rienda suelta a su yo más pajillero.

Y lo siento Butcher, pero no te voy a pagar las pajas…

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